sábado, 27 de noviembre de 2010

Los diabólicos exámenes finales de la calle Fleet



Cuando estaba en el colegio todo era más relajado, no sé, de alguna manera más superficial, más mediocre: Mis ensayos, mis exposiciones y hasta mis tonos, mis tareas  y mis peleas, inclusive mis romances. Todas mis acciones se enarbolaban con un innegable aire de practicidad que me aligeraba el existir y que me iba acostumbrando a no hacer mucho para lograr las cosas.  Y es que mi vida colegial siempre fue así: fácil, onírica, sedentaria.

Las únicas semanas del año en las que me ponía un poquito más alerta –ojo, un poquito, no más- eran las de exámenes finales: y no lo hacía para evitar que me jalen, no, no, nada que ver, pues con una sencilla revisión de cuadernos, uno que otro comentario en clase, una aprista exposición bien taipeada de floro y un buen comportamiento –léase full mensajeo de texto caleta-, se podía casi garantizar que el registro en la libreta final fuera con tinta azul y no con roja. El colegio es hueveo. Punto y aparte. Y que tire la primera piedra quien admite que es un bruto. Punto final.

Sin embargo, la transición a la universidad significó algo más que dejar el uniforme y mandar de vacaciones al peluquero: empezar a formarme profesionalmente, como dicen mis papás, de repente ya no tenía la simplicidad que antaño caracterizaba a mi facilona vida colegial, básicamente porque esta etapa, la que disfruto y sufro ahora, se me antoja mucho más pesada; estas responsabilidades, mucho menos flexibles; y estos finales, mucho, mucho más pendejos.


Y pareciera que durante estas semanas malditas toda la gente se atrinchera en grupos predefinidos con características muy similares e irreconciliablemente difundidas a nivel nacional. Así es, tal y como lo leen, desde el Senati hasta la PUCP, pasando por la UL y la UCSM, y por la URC, la UP, la UNAAC, la UNSA y hasta por la UMPIAC-si es que existe-: La comunidad universitaria se llena de cinco razas multiplayer muy bien definidas y plenamente identificables por sus criaturas. De más está decir que algunas veces se generan híbridos entre ellas:

1.- El constante: Es una raza estable y, a mi gusto, un poco aburrida. Tienen agendados todos sus repasos y saben exactamente qué tema les toca estudiar durante los 10 minutos en combi camino a casa. Son un poco soberbios así que una excelente forma de ver sus caras paparulescas es ganarles en algún examen y, aunque sea una completa mentira y uno esté a punto de desmayarse por el cansancio, decir olímpicamente que no se estudió absolutamente nada y que resolver el examencito ése era cosa de sentido común, qué, ¿No te salieron las dos últimas? Puta, qué bestia que eres, oye. No falla.

2.-  El confiado: Yo suelo identificarme con esta raza. Tienen las cosas más o menos planeadas y saben, más o menos, qué días estudiarán tal curso y qué días el otro, aunque nunca cumplan con sus planeamientos. Por lo general son gente que se sabe hábil y de rápido aprendizaje pero que peca confiando en su capacidad y dejando todo para el último momento.  Pretenden estudiar lo de todo un ciclo en cinco horas a pesar de haber tenido más tiempo para hacerlo. Son una raza bastante distraída y el mejor favor que alguien les puede hacer es desconectarles el módem.


3.- El traumado: Estos son realmente incómodos. Como casi siempre ya han cerrado todos sus cursos satisfactoriamente y perfectamente podrían salir a tomar un poco de aire libre o buscar la palabra diversión en google. Sin embargo, las criaturas de esta raza empiezan a convulsionar si, de alguna u otra manera, se les distrae por más de cinco minutos de lo que están haciendo: Seguir estudiando cosas que ya saben de memoria, o, como dicen ellos, repasando un par de miles de veces más.

4.-  El estable: Es aquél que está aceptablemente bien en sus cursos y que; sin reciclar aún sus apuntes -pues les piensa pasar una leída más, por si acaso- sale a fumar un cigarro y a tomar una Cocacola mientras se broncea un poco y ríe con sus amigos. Que hace planes para cuando termine sus finales y que, siempre saludablemente, se encierra por algunas horas para asegurar un promedio lo suficientemente trabajado y lo necesariamente sobrio. Las criaturas de esta raza me caen muy bien.

5.-  El optimista: Es el clásico “estudiante” que necesita de un 20 en el final para poder aprobar con 10.5 y que, además, -pinche loco- aún así lo intenta, confiando plenamente en su cometido e insuflándose de ánimos. Se sabe que muchos de los de esta raza ven bastante fútbol peruano y creen fervientemente en él. Su hobbie es juntarse entre ellos y darse palmaditas en la espalda mientras repiten ceremoniosamente: “Con fe, sí la hacemos”

Y es que durante finales “resumen” es la palabra que más orgasmos incita y el superhéroe de moda está representado por una botella de Red Bull. De pronto, las copias dejan de administrarse por capítulos para ser pesadas en kilos y el estrés, tan faltón durante el ciclo, vuelve viril y campante para  provocar, masivamente, granitos en algunos y ojeras en otras, caras aterradoras y hasta las tres salvajadas al mismo tiempo.

Son, pues, días de terror absoluto y de suspenso infinito, como cuando el Barbero Todd está a punto de conseguir su venganza vital. Relajados para unos cuantos pero dificilísimos para la mayoría. Días que germinan, además, una absoluta sensación de querer de vuelta la ridiculez del esfuerzo colegial y la contrastante y pastrula cara de esfuerzo que poníamos en su momento.

Ahora que se viene otra tanda de exámenes finales, suelto un desafinado grito de guerra e instigo  a la lucha a todos los valientes –o tontos- que hemos decidido no retirarnos de alguna asignatura y que esperamos a la prueba de la misma manera que un niño pequeño espera la próxima ola en la playa: con los pies enterrados en la arena y los nudillos bien apretados, rebosantes de energía y cagándonos de frío, disfrutándolo pero sufriéndolo también y, sobre todo, confiando tercamente en que seremos lo suficientemente capaces de resistir esa embestida acuática que, colosal, doctorada y soberbia, se levanta por encima de nuestras cabezas y se reta a duelo con nuestra improvisada, deletérea, firme locura juvenil. 




[Ilustraciones por Macla, la jugadoraza dibujante frustrada]


Extra No1: Si no le das a compartir y recomiendas el blog a todos tus amigos se te va a caer el pene y tú, flaca, te vas a volver frígida. xD

Extra No2: Si tienen miedo por los exámenes finales, tranquilos, guerreros. Lo único que tenemos que hacer es escribir nuestro testamento, coger un palo de escoba y, gloriosos, esperar a la batalla final mientras escuchamos esta canción.



Extra No3: Ya está decidido, los posts van a salir todos los sábados por la noche, pero mantengámos el contacto durante la semana por la página de facebook, ratas de alcantarilla.


Extra No4: Si ya leíste, ya te reíste, ya compartiste y ya COMENTASTE (xD). Entonces puedes sentirte realizado por el momento e ir con Dios. 

Estudien un montón y muchísima suerte, colegas.




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